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abolición de la esclavitud en Colombia, que se realizó hace
ciento cincuenta años con la expedición de la ley 21 de
1856, marca un hito en la lucha contra la desigualdad, un logro en materia
de los derechos humanos que antecede a muchos otros países. Sin
embargo fue tardío el proceso de realización de los derechos
de esta población cuya situación se ha caracterizado por
su gran marginamiento y profunda pobreza. Los esfuerzos para superar la
discriminación tomaron impulso especial a partir de la Constitución
de 1991 y con la expedición de la Ley 70 de 1993 sobre la reglamentación
de los derechos de las comunidades negras, que son los instrumentos más
importantes en la lucha contra la discriminación racial, el reconocimiento
de la desigualdad y en el proceso de construcción de la entidad
política de esa población colombiana. Estas comunidades
son hoy día, un objetivo prioritario de las políticas publicas,
sobre la base del respeto de la diversidad cultural y étnica, con
el fin de promocionar su desarrollo sostenible de acuerdo a su propia
cultura.
La situación de la población afrocolombiana en medio del
conflicto armado y las necesidades de promoción y defensa de sus
derechos humanos han constituido especial preocupación del presente
gobierno, razón por la cual fue contemplada como un derrotero desde
su política de atención a las poblaciones más vulnerables.
La defensa de la vida, de la integridad personal y el desplazamiento de
estas comunidades constituyen preocupaciones cardinales en la actual coyuntura
colombiana, que se suman a aquellas inherentes a la discriminación
racial. La aceptación de las diferencias, la solidaridad y la tolerancia
social por los desplazados han definido los rumbos más recientes
del tratamiento gubernamental hacia ese sector de colombianos.
Las políticas colombianas han sido apuntaladas por los instrumentos
internacionales que tratan de mejorar la situación de las personas
afrodescendientes, víctimas del racismo y de la discriminación
racial a nivel mundial. La Convención Internacional sobre la "Eliminación
de todas las formas de Discriminación" fue ratificada por
Colombia en 1981 y es la norma universal más idónea para
luchar contra toda distinción, exclusión, o preferencia
basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico
que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento,
goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos
y libertades fundamentales en la vida pública, política,
económica, social y cultural o en cualquier otra esfera. El compromiso
de Colombia de la adopción de un plan de acción surge de
los resultados de la Tercera Conferencia Mundial contra el Racismo, la
discriminación racial, la xenofobia y demás formas conexas
de intolerancia, realizada en Durban en 2001.
En Colombia se ha avanzado en el reconocimiento de su condición
de grupo étnico diferenciado políticamente; en la elaboración
de diagnósticos que han puesto en evidencia la grave situación
en que se encuentra dicha población; en el establecimiento de un
amplio marco jurídico; en el reconocimiento de sus derechos territoriales;
en su aporte a la conservación de la biodiversidad y el derecho
a beneficiarse de ella, incluida la facultad de decidir sobre los conocimientos
tradicionales asociados a los recursos biológicos que poseen sus
territorios; en el explícito reconocimiento por parte del Estado
de la situación de discriminación, inequidad y falta de
igualdad de oportunidades que afecta a los afrocolombianos; en la implementación
de políticas diferenciadas y la adopción de medidas de discriminación
positiva en su beneficio.
Así, se ha progresado en el reconocimiento de su identidad sociocultural,
en el fortalecimiento de su participación política con el
establecimiento de una circunscripción especial en el Congreso,
en incentivar la equidad a través de la educación mediante
un fondo para créditos educativos, en la promoción del derecho
territorial sobre las tierras ancestralmente ocupadas por estas comunidades
con la titularización colectiva y también en incentivar
el desarrollo socioeconómico con proyectos como el Plan Pacífico.
Desde 1994
la superación de la situación de la población afrocolombianana
viene siendo incluida en la agenda de cada uno de los gobiernos y en los
planes de desarrollo nacional. Las estrategias han abarcado entre otros,
el impulso al desarrollo socioeconómico, saneamiento básico,
salud, educación, actividades productivas conforme a su cultura,
el reconocimiento de la diferencia, la promoción del derecho territorial
y a los recursos naturales (titulación y adquisición de
tierras); el fortalecimiento organizativo e institucional y la participación
equitativa en las instancias de definición y orientación
del país (Consejo Nacional de Comunidades Negras y consejos regionales).
Los instrumentos están incluidos en el CONPES 2909 de febrero 26
de 1997, Programa de apoyo para el desarrollo y fortalecimiento étnico
de las Comunidades Negras. De igual manera, abarcan incentivos para el
acceso de grupos afrocolombianos y raizales en igualdad de condiciones
a los diferentes sectores económicos, sociales y culturales (Plan
Nacional de Desarrollo "Cambio para Construir la Paz", ley 508
del 29 de julio de 1999). Ligado a esto, el documento CONPES, del 23 de
mayo de 2002 concretó acciones para la protección de afrocolombianos
amenazados por el conflicto y en situación de desplazamiento.
Estos impulsos en la política hacia las comunidades afrocolombianas
coinciden con el resurgimiento de su movimiento social, la aparición
de espacios de interlocución con el Estado, la creación
de instancias gubernamentales especiales para la atención de su
problemática, como la dirección especial en el Ministerio
del Interior y la inclusión de la dimensión afrocolombiana
en la política exterior del país.
Los esfuerzos emprendidos por Colombia en la promoción de los derechos
humanos de la población afrocolombiana han sido mitigados por la
enorme brecha producto de la anquilosada discriminación y en la
actual coyuntura por las consecuencias del conflicto interno colombiano
sobre ella. Su vulnerabilidad está agudizada por las amenazas,
muertes y, en particular, por el desplazamiento del cual son un grupo
social especialmente afectado. Todo esto define a la población
afrocolombiana como un foco de la máxima atención en materia
de derechos humanos.
La llegada de familias afrocolombianas a distintas ciudades trae nuevos
fenómenos sociales que están siendo atendidos. Además
de los programas de atención a los desplazados que brinda el Gobierno
Nacional a través de la Red de Solidaridad Social de la Presidencia
de la República, se desarrolla una campaña de sensibilización
para despertar la solidaridad y tolerancia por los grupos de desplazados
que llegan a las ciudades, buena parte afrodescendientes.
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